Paisajísticamente Atlántica es la síntesis perfecta entre campo y playa: vacas y caballos por doquier, caminitos apenas marcados sobre el pasto, verdes ondulaciones que de repente se transforman en médanos despojados de cubierta vegetal, árboles por aquí y por allá, desnudos de protección, tolerando los vientos salobres; todo eso marca el espíritu oceánico y a la vez rural de Atlántica.
La playa resulta impactante a primera vista: amplia, interminable y solitaria; solo los restos de un naufragio -una gran caldera de hierro- que parece un monumento entre las dunas, le hace a uno recordar que también hay actividad humana en esa vasta inmensidad de arena y océano.
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